Las mentiras tienen patas cortas... |
La “mentira” se utiliza como la negación de una mala intención, y no como la negación del hecho en sí. Es como si el pequeño dijese: "He hecho algo malo, pero yo no soy malo".
Es como si negase que ha sido torpe e incapaz. Se trata de una invitación a no insistir en la travesura que ha cometido".
El "yo no he sido" esconde tres necesidades fundamentales: evitar el castigo, borrar la culpa y reafirmar su independencia.
Constituye un mecanismo reparador que el niño pone en marcha para aumentar y conservar su autoestima
Con las primeras mentiras, el niño descubre que posee una mente propia, una identidad privada y secreta para los demás.
Según los psicólogos, ésta es una fase crucial en el desarrollo de los límites del Yo y del concepto de sí mismo.
Hasta que cumplen los seis años, los niños están desprovistos de capacidades lógicas y mentales que permiten falsear la realidad voluntariamente.
También hacen uso de artificios muy simples. No esconden ningún elemento ni lo sustituyen por otros, porque carecen de la capacidad de abstracción, es decir, de la posibilidad de trabajar con símbolos, habilidad que se adquiere con el aprendizaje de las funciones numéricas y de la geometría.
Carente de sofisticación intelectual, la única mentira que el niño es capaz de presentar consiste en la negación de la realidad