Generalmente los niños crean fuertes lazos afectivos con sus mascotas: acuden a ellos cuando están preocupados, se sienten solos, etc.
Además, estos niños aprenden desde pequeños a ser más responsables, respetar el medio ambiente, potenciar el desarrollo de la confianza en los demás, estableciendo vínculos sociales más fácilmente.
Las mascotas, por un lado, satisfacen el deseo de independencia y de apoyo a los más pequeños y, por otro, el niño aprende a ofrecer ayuda y protección a su animal: aprenden a no molestarlo mientras come o duerme, limpian el plato de comida, lo tratan con delicadeza, etc.
Teniendo en cuenta la variedad de mascotas y las diferentes edades en la que los niños pueden demandarlas, es interesante resaltar los siguientes aspectos. Cuando el niño tenga entre tres y cuatro años, se le pueden dar pequeñas tareas en relación con el animal, como jugar con el a una determinada hora, etc.
Por supuesto, a esta edad es fundamental la supervisión de un adulto, ya que el niño aún no controla sus impulsos agresivos. De esta forma desarrollará el sentido de la responsabilidad y el autocontrol.
Hasta los tres años, los niños no son capaces de entender la diferencia, mascota-peluche, ante sus ojos, el animal constituye un objeto curioso que puede manipular a placer. No se establece, por tanto, una relación de amistad.
El niño se limita a realizar un experimento de socialización.
Sólo con el paso del tiempo y observándole cada día, el pequeño empezará a conocer a su mascota y a quererla.
En esta etapa, de los cuatro años, cuando el niño toma conciencia de la relación que les une.
El cachorro se convierte en un compañero insustituible de juegos, se afianza la relación de amistad y en ocasiones llega a ser su confidente, el pequeño se siente tranquilo con su mascota, puede contarle todo lo que sucede.
El hecho de relacionarse con un animal que ladra y gruñe, en lugar de hablar, constituirá una forma de asimilar las reglas de la comunicación no verbal y desarrollará la capacidad de intuición.
A partir de los 8 a 10 años es la edad perfecta para empezar a darle más responsabilidad como ofrecerle de comer, llenarle el cuenco de agua, sacarle a pasear.
El desarrollo de sentimientos positivos hacia el animal puede contribuir al crecimiento de la autoestima y la autoconfianza del niño.
Una buena relación con un animal doméstico puede también ayudar a desarrollar la compasión, a observar y comprender el ciclo vital de las personas y animales.
Este material ha sido extraído del periódico escolar "El Búho" del Centro de Educación Infantil Salliver, fue redactado por la orientadora y psicopedagoga Cristina Herreros García