Los criterios del buen entendedor deberían estar catalogados
en un orden especial, sobre todo si creemos en nuestro punto de vista de las
cosas. Recetas viejas apiladas en el libro de la memoria colectiva, nos llevan
muchas veces a mal interpretar aquello que tratamos de entender.
Las habilidades se incorporan a nuestro accionar con gran
rapidez, si entendemos que son elementos de uso cotidiano imprescindibles para
lograr objetivos, que redunden en éxitos y progresos.
Discrepar forma parte del sistema racional de deducir las
cosas, somos claramente discrepantes de todo aquello que no nos convence en sentido
o forma; reiniciar el análisis es un buen mecanismo, en ocasiones, para poder
entender porque no nos han convencido, sin quedarnos con la primera impresión
sino buscando una segunda respuesta o herramienta que contraponga a la anterior
o que la ratifique como única.
Si somos capaces de
buscar respuestas, también debemos ser capaces de aprender de todo aquello que
nos alimenta las dudas, teniendo siempre presente que no es un juego de acertar
por defecto , sino que el juego consiste en conocer si nuestra destreza está
acorde a nuestra manera de inferir.
La grandeza en las acciones necesita de las pequeñeces para
poder medir el tamaño de dichas acciones, son esas pequeñas cosas las que
marcan los grandes logros. Ser parte del conjunto de lo pequeño nos convierte
sin duda en la vara que mide esa grandeza y sin querer somos protagonistas in
situ del desarrollo o crecimiento.
Los grandes conflictos internos tienen en ciertos casos un origen
definido por el entorno vital de cada uno de nosotros, si hay una posibilidad
de ir resolviéndolos hay que aferrarse a ella ya que sus parámetros
siempre estarán consolidados por nuestro
ser.
Podemos ser suspicaces, hábiles, tremendamente
inquietos y decididamente tolerantes
pero lo que seguramente nos mantendrá
siempre alegres y satisfechos es el resultado del trabajo bien hecho, mas allá
de los preceptos ordenados por la acción
de los demás, encontraremos esa tranquilidad excepcional que nos da fuerza,
empuje y sobre todo nuevas herramientas para seguir afrontando nuevos desafíos.
El tiempo será crucial en la inercia de la reconciliación
entre yo y yo mismo, el futuro es simplemente la cercanía del ayer, disimulada
con el hoy bien aprendido.
Por lo tanto, mientras desarrollemos la destreza de entender seguro seremos más felices y estaremos un poco más cerca de decodificar el sentido final de nuestro futuro inmediato
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