Si bien
estudiar es necesario e imprescindible, nuestro objetivo final debe ser entender
y tratar de comprender todo lo que nos rodea o nos influye en el momento de
tomar decisiones a lo largo de toda nuestra vida. Debemos tener en cuenta que
es precisamente ese transitar por la vida la que al final determinará lo que
fuimos, somos y llegaremos a ser.
Si
aprendemos de la vida sabremos que estamos incorporando constantemente nuevas
herramientas para solucionar situaciones cotidianas y visualizar todo lo que
puede llegar a ocurrir.
Esto puede
llevarnos a pensar que vivimos en una gran escuela donde seguramente los
maestros sean quienes nos transmiten sus experiencias transformándose en la
letra del libro que llevamos debajo del brazo a diario para consultar, según
nos surjan, las dudas.
Si somos
capaces de aprender todo aquello que nos marcan y subrayan como importante,
según el caso, entonces quiere decir que estamos por el buen camino, ya que la
única referencia fiable es el resultado que obtenemos.
También
estarán las pruebas y exámenes de evaluación que nuestro día a día nos pondrá a
resolver, y extraeremos del libro lo que podamos usar; pero si nos falta
información entonces es cuando nosotros comenzamos a escribir en este libro las
páginas que seguramente otros leerán.
Pondremos en
ellas todo lo nuevo que incorporamos después de las vivencias, si son buenas lo
detallaremos de tal manera, que quienes lo lean experimenten una sensación
parecida. Pero si la experiencia es negativa profundizaremos aún más en los
detalles con tal de que, quien lo lea, sepa que aquello que le ha tocado vivir
es dañino y puede terminar en un camino sin salida.
Para incorporar
nuevas lecciones solo debemos escuchar, porque las palabras que llegan desde la
confianza, el cariño y el respeto, serán sin duda los textos nunca escritos más
importantes que aprenderemos en la vida.
La
experiencia en toda su dimensión, tiene que ser nuestro gran objetivo a aprobar
y una vez comencemos a sumar una tras otra obtendremos un gran doctorado, que
con humildad y paciencia sabremos transmitir.
Las clases
en este sentido son muy divertidas, ya que abriremos el libro de las emociones
por su primera página y poco a poco leeremos y contaremos las vivencias una a
una y nuestro interlocutor no solamente escuchará, sino que seguramente deberá interactuar, realizando preguntas según la época y realidad que le haya tocado
vivir.
Como en casi
todas las aulas el profesor tendrá más edad que el alumno, condición necesaria
para graduarse en experiencia.
Tal vez se
entienda mejor si simplemente menciono un ejemplo, la captura de pantalla de un momento de la vida, padre e hijo hablando,
en un hermoso atardecer frente al mar con la escusa de pescar, la caña con el hilo tenso lanzada al
agua y ya seguramente sin cebo, pero no
importa, el dialogo es tan interesante que lo que se ha enganchado al sedal es
una serie de experiencias que van y vienen enriqueciendo a ambos pescadores.
Porque si
bien los años vividos por una persona le dan la suficiente experiencia para
transmitir sus accionar en la vida, también quien con corta edad escucha y pregunta aporta nueva información,
logrando en muchos casos, que tenga que rever sus conceptos adaptándolos al
momento en el que se encuentra.
No hay
escuela más universal que la vida, la que nos gradúa a través de la
experiencia, demostrándonos sin filtros lo fuertes que podemos ser acumulando
conocimientos, o lo vulnerables que llegaremos a ser si miramos hacia otro
lado.